Hay veces que cuando llueve, me quedo parado y miro al
cielo. Noto cada gota de agua caer por mi rostro, fresca y pura. Y sinceramente
es cuando más me pongo a pensar, ¿Cuál es el talón de Aquiles del hombre (haciendo
referencia al sexo masculino)? “Los
sentimientos” pienso siempre casi al instante. Si… ese es nuestro punto
flaco, nuestra debilidad, nuestra grieta. Sinceramente me apena ver como poco a
poco los hombres de hoy en día se sigue encerrando en una burbuja de la que
posiblemente jamás saldrán, un lugar donde escondemos nuestros miedos, nuestro
cariño, nuestros sueños, donde se guardan bajo llave todos y cada una de las
razones por las que un corazón late. Y es que vivimos en un mundo donde nos
aferramos al dinero, al poder, a la satisfacción mundana, al seguir adelante
sin mirar atrás, al sobrevivir.
Dicen que el hombre solo pensamos en nuestro beneficio, en
logar vidas cómodas, que somos egoístas,
que no pensamos en las mujeres, nuestras compañeras de viaje, que nos dejamos
llevar por nuestros instintos o impulsos, que no pensamos lo que hacemos, ni
como lo hacemos, que solo nos interesa el físico.
Llámenme soñador, iluso, e incluso estúpido, pero para mí eso
solo es una vida vacía, soy del pequeño
porcentaje de personas que prefiere una sonrisa, un abrazo, o un beso de la
persona a la que amo antes que todo el poder, o las riquezas del mundo. Me
apena ver como gran parte de nuestros compañeros de género, desperdician la
auténtica felicidad, con actos deleznables. Ante esto yo lanzo una pregunta a
esa gran cantidad de hombres ¿De qué vale el dinero, el poder, el alcanzar la “gloria”
si no tienes con quien compartirlo el resto de tu vida? ¿De qué me sirve una
noche bajo las estrellas si no tienes con quien compartirla? ¿De qué me sirve
ocultar nuestra mayor virtud bajo llave?
Todos seremos hombres, pero creo que aquellos que luchan en
pos de ser mejores personas, aquellos que tiemblan de emoción con una sonrisa,
aquellos que se atreven a decir lo que sienten, aquellos que antes de juzgar o
actuar intentan llegar al corazón, aquellos que ríen, lloran, suspiran,
aquellos que siempre intentan ser como el sol que da calor para lograr ser tan
grandes como el mar, serán los merecedores del mayor regalo que la humanidad
puede otorgar, el amor.
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