miércoles, 20 de agosto de 2014

Ser o no ser...



Hay veces que cuando llueve, me quedo parado y miro al cielo. Noto cada gota de agua caer por mi rostro, fresca y pura. Y sinceramente es cuando más me pongo a pensar, ¿Cuál es el talón de Aquiles del hombre (haciendo referencia al sexo masculino)? “Los sentimientos” pienso siempre casi al instante. Si… ese es nuestro punto flaco, nuestra debilidad, nuestra grieta. Sinceramente me apena ver como poco a poco los hombres de hoy en día se sigue encerrando en una burbuja de la que posiblemente jamás saldrán, un lugar donde escondemos nuestros miedos, nuestro cariño, nuestros sueños, donde se guardan bajo llave todos y cada una de las razones por las que un corazón late. Y es que vivimos en un mundo donde nos aferramos al dinero, al poder, a la satisfacción mundana, al seguir adelante sin mirar atrás, al sobrevivir.
Dicen que el hombre solo pensamos en nuestro beneficio, en logar  vidas cómodas, que somos egoístas, que no pensamos en las mujeres, nuestras compañeras de viaje, que nos dejamos llevar por nuestros instintos o impulsos, que no pensamos lo que hacemos, ni como lo hacemos, que solo nos interesa el físico.
Llámenme soñador, iluso, e incluso estúpido, pero para mí eso solo es  una vida vacía, soy del pequeño porcentaje de personas que prefiere una sonrisa, un abrazo, o un beso de la persona a la que amo antes que todo el poder, o las riquezas del mundo. Me apena ver como gran parte de nuestros compañeros de género, desperdician la auténtica felicidad, con actos deleznables. Ante esto yo lanzo una pregunta a esa gran cantidad de hombres ¿De qué vale el dinero, el poder, el alcanzar la “gloria” si no tienes con quien compartirlo el resto de tu vida? ¿De qué me sirve una noche bajo las estrellas si no tienes con quien compartirla? ¿De qué me sirve ocultar nuestra mayor virtud bajo llave? 

Todos seremos hombres, pero creo que aquellos que luchan en pos de ser mejores personas, aquellos que tiemblan de emoción con una sonrisa, aquellos que se atreven a decir lo que sienten, aquellos que antes de juzgar o actuar intentan llegar al corazón, aquellos que ríen, lloran, suspiran, aquellos que siempre intentan ser como el sol que da calor para lograr ser tan grandes como el mar, serán los merecedores del mayor regalo que la humanidad puede otorgar, el amor. 

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