La brisa acarició su rostro, el olor del bosque relajó sus
músculos, su mirada observó la amarillenta luna llena. Ni siquiera los cráneos
bajo sus pies inquietaban su confianza, su mente…
Habían reunido los máximos apoyos posibles, pero en su
interior, sabía que no sería suficiente. Algo iba mal para que esa figura desconocida
estuviera allí plantada tan relajada… la
nueva comandante de los invasores portaba una elegante armadura blanca y roja,
y bajo su rostro afable, pudo intuir su evaluadora mirada. Les conocía… él lo
sabía… se había preparado para el encuentro.
-¿Sera
suficiente? –preguntó la anciana maestra a su lado. Fiel a la causa y amiga
personal, había acudido sin dudarlo a la llamada en representación de su ejército.
Un ejército que nunca le había abandonado, siempre le estaría agradecido,
pasara lo que pasara…
-Puede
que no sea necesario luchar… -dijo la más astuta de las maestras.
-Nuestras fuerzas han sufrido ya
sus ataques, y no hemos salido bien parados… -dijo la voz de la maestra del
ejército central, a su lado.
-Solo nos está probando –dijo él
sin dejar de mirarla- Intenta comprobar nuestra fuerza.
-¿Seremos los cinco maestros
capaces de frenar a tal ejército? –La voz de la anciana mostraba temor.
-JAJAJAJAJA ¿CAPACES? –su afilada
voz resonó en la oscuridad de la noche como el rugido de una pantera. –Los
cinco maestros… dos ancianas, un novato, y dos ilusas… no me hagáis reír…
-Enfréntate a mi si tan segura
estas…
-No soy tonta joven maestro…
conozco tu habilidad en combate. Hay muchas formas de hacer sucumbir a un
hombre sin siquiera tocarle un pelo…
-Qué quieres d…
Su cuerpo se paralizó, y el poco calor de su corazón calló
en picado… se había atrevido… y él encima había caído en el engaño.
-¡¡RETIRADA!!
¡¡VOLVER CON VUESTROS EJÉRCITOS YA!!
Antes de que sus compañeras asimilaran la orden, él ya había
iniciado la vuelta. Debía volver rápido, no podía perderles, no iba a permitírselo
a nadie… sus ojos se volvieron atrás y mientras se maldecía por no poder hacer
justicia, su mente le envió un mensaje “jamás…”.
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