La lluvia caía sobre el campamento, esa lluvia que tapa toda
tu visión más allá de tres o cuatro metros, una lluvia fuerte, insaciable,
invencible… lo mejor era no enfrentarse a
ella, solo dejarla pasar.
“Lo que nos faltaba,
el maestro en paradero desconocido, el segundo al mando simplemente los
abandona desertando, numerosos frentes abiertos hacen que la rebelión tiemble,
y ahora el campamento inundado e inutilizado por la reina de las tormentas”
Pensaba la joven soldado mientras observaba el mapa de la región. Estaban
perdiendo de nuevo la guerra…
Silencio… el campamento era atacado por el silencio más
aterrador del inframundo… no se oía a los herreros, a los soldados de la
guardia, ni siquiera el tintineo de las espadas al caminar… había demasiado
silencio…
El filo de su cuchillo se detuvo en su garganta… su cuerpo
se paralizó, y de su boca solo surgió un pequeño gritito de sorpresa… con el
pelo largo y descuidado, con barba sucia, y calado hasta los huesos, pero él
estaba allí. Su armadura estaba hecha añicos, cortes, quemaduras, golpes,
sangre, barro… pero él estaba allí, mirándola con sus inconfundibles ojos
verdes.
-Buen
ataque… -su voz emitió un sinfín de emociones.
-Maestro… yo…
-Calla…
vete a descansar…
-Pero
el oficial… la rebelión…
-Lo se
tranquila… estoy orgulloso de todos vosotros… habéis mostrado lealtad, fuerza,
resistencia, valor, dedicación, cariño, confianza, habéis mostrado vuestro lo
más noble de vuestros corazones, sin flaquear ni un segundo, de verdad… estoy
orgulloso de todos y cada uno…
-Pero
maestro… ¿qué ha sido de ti? ¿Estás hecho un desastre? ¿Qué haremos ahora?
-No te
preocupes, me ha costado, pero creo que sobreviviré a estas heridas. Por ahora
yo mismo viajaré a aclarar esta situación.
-¿Solo?
No te vamos a dejar…
-Iré
solo, no hay más discusión… mañana llegarán los nuevos oficiales, cuatro
personas de total confianza que no me han fallado nunca. En mi ausencia se os
comunicará quien tiene el mando. Por el momento seguir armándoos, y seguir entrenando, puede que tengamos que
luchar pronto… por más seguridad, acudir al castillo de mi familia, ahí la
rebelión gozará de más protección y fuerza que estar desperdigados en simples
campamentos.
-Maestro…
-Ahora
vete a descansar… tranquila estoy aquí como siempre, puede que yo no esté
llamado a ganar, o vencer, pero de una forma u otra, la rebelión hará que viváis en paz.
Viéndola alejarse, él sonrió como hacía meses que no hacía… aún
estaba hueco, pero había algo que nada ni nadie podía quitarle… el orgullo de ver
crecer a la generación que cambiará el mundo.
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