domingo, 27 de diciembre de 2015

El deseo de un egoísta al que llamaron canalla




El sonido de sus alas al descender sobre la gran roca rompió el silencio de la noche. Desde allí sus ojos de águila podían observar cada lugar, cada rincón de la ciudad de la luz. Pudo ver al más temible de los hechiceros del fuego consumirse en su mundo, a una hermosa joven asustada por el desconocido futuro, veía sonreír de nuevo a una mujer que escapó por segunda vez de las garras del mayor enemigo de la humanidad, la tumba del mayor de los maestros y a una sabía maestra aterrada por el paso del tiempo, podía ver aún vivo a un pequeño gremio disperso y dañado por la avaricia del hombre. Los verdes ojos del joven ahora sentado en el lugar del águila podían verlo todo.
                -Has vuelto… -la voz del capitán le hizo sentir añoranza. Echaba de menos los tiempos de la piratería, de la libertad, tiempos dónde los humanos luchaban por hacer un mundo mejor.

                -Siempre volvemos… ¿recuerdas? –respondió el derrotado y herido rebelde.
                -Si… -comenzó el capitán sonriendo bajo su capucha- aunque nuestro cuerpo o mente este herido. Nunca podemos evitarlo, siempre volvemos… la verdad jamás supe por qué.
                -Yo sí, volvemos porque somos egoístas. Porque queremos poder levantarnos en un lugar que nos pertenezca, dónde ser amado y poder amar sin temor a que alguien nos dañe. Somos egoístas porque queremos un mundo dónde nuestros gobernantes no roben ni estafen mientras millones de familias y personas mueren por el hambre o por las guerras causadas por las ansias de poder y la corrupción de cuatro personas trajeadas, somos egoístas porque no queremos ser movidos como fichas de un tablero dónde cada creencia o ideología nos obliga a elegir quién y cómo ser, somos egoístas  porque no queremos tener que apretar el gatillo ni que nos apunten con una pistola entre ceja y ceja, somos egoístas porque queremos poder vivir como dueños de nuestro de propio camino. También podemos decir que siempre volvemos porque somos arrogantes, queremos derecho a poder pensar por nosotros mismos y que nadie nos juzgue por ello, queremos hacer lo que nuestra vocación nos dicta, no queremos ser juzgados por personas que carentes de cultura, motivación y bondad siguen paso a paso lo que otros dictan. Si… volvemos porque somos unos canallas, no nos importa levantar nuestra voz si con ello luchamos por nuestro propio futuro, somos unos sinvergüenzas porque queremos aprender y viajar, queremos conocer el mundo para poder abrir más nuestras mentes, somos escoria porque queremos demostrar de qué somos capaces y poder transmitir nuestro saber en pos de alcanzar un sistema más equitativo, somos escoria por no querer tener que mantener las grandes riquezas de gente podrida. Somos salvajes por querer vivir libres, sin miedo, sin atarnos a naciones basadas en la injusticia, la muerte, y la falta de corazón.
                -¿Por eso siempre intentan acabar con nosotros? –preguntó el capitán con una sonrisa irónica.
                -No… solo porque con nuestra voz pedimos lo que nuestro corazón egoísta más anhela.
                -Que canallas somos… ¿verdad? –repuso el capitán bajo con una sonora carcajada.
                -Si… -dijo él levantándose y mirando de nuevo a la joven de la ciudad con sus ojos de águila- y cómo el mayor canalla y egoísta me voy  a intentar conseguir lo que más deseo ahora. 
Y sin más el joven desapareció. El fallecido capitán miró la ciudad de la luz, y sonriendo volvió a las estrellas dejando que aquella fuerte y majestuosa ave que sobrevolaba la brillante ciudad, fuera libre de intentar ser feliz.

lunes, 21 de diciembre de 2015

El angel guardián (final): Ghost




El sonido de la furia del viento le dio la respuesta, había llegado a su reino. A sus pies, allí en los confines de la tierra, la fuerza de las olas al chocar contra el gran muro de piedra hacía retumbar cada rincón del reino. Era tan hermoso como peligroso. Y allí estaba él, en el límite de toda persona humana, en el reino del viento.
¿Por qué estaba allí? Se preguntaba mientras miraba hacía el precipicio, aun con sus heridas sin curar, solo… ¿por qué allí? no había nada ni humano ni animal, solo una pequeña alfombra de vegetación intentando sobrevivir a las difíciles condiciones del viento. 

¿Así acababa todo? Ya no había castillo, ni revolución, no había quedado nada… ni siquiera tenía a sus tropas… miedo, furia, pena se apoderaron de todos y cada uno tras el último ataque. Habían aceptado el triunfo de la injusticia, la muerte del amor y la lealtad. Solo tenía a sus compañeros… los únicos que le buscaron entre los escombros del trabajo de toda su vida… ¿seguían a su lado solo por lealtad hacía él? ¿Era el único estúpido que creía aún? ¿Les habría decepcionado tanto? Había intentado cumplir con su deber como guardián, les había querido, protegido… si, les había dado esperanza… pero lo único que había conseguido era destrucción, dolor… les había dado la vergüenza de tener que soportar el haber creído en algo bueno que el poder acabó corrompiendo, la vergüenza de tener que aguantar mentiras e injurias… y ahora ni siquiera sabía en qué punto del planeta se encontraban la mayoría. 
Notó como su pelo se erizaba y crecía, como su hocico comenzó a oler de nuevo todo a su alrededor, como su peso incrementaba sobre la tierra, el contacto de sus afiladas garras tocando el suelo… sabía lo que quería con seguridad, nunca había estado tan seguro de lo que su corazón quería, pero ¿por qué no podía cogerlo? La fuerza del viento acarició su pelaje, el sonido de la furia de las olas penetró en sus orejas…
¿Para eso había luchado? ¿Para ver cómo otros se llevan todo el mérito? ¿Para ver destruido todo aquello que solo su esfuerzo había logrado sacar adelante? ¿Para ver sufrir y alejarse a aquellas personas a las que tanto quería? ¿Era pues el último guardián? Sentía calor en su interior… cada vez más y más fuerte, abrasaba, le enfurecía… le arrancaba lo más profundo de su corazón…
El mundo se detuvo. El choque de las olas dejó de sonar, el viento dejó de soplar, los colores se tornaron en un gris aterrador. El rugido más fuerte de su corazón resonó por todo el reino. Congeló la tierra, desvió el movimiento del agua, rompió la frescura del aire.
¿En eso se había convertido? En una bestia… un simple animal que había saboreado la miel pero que perecía intentando conseguirla ¿una simple marioneta del destino? No… no lo toleraría…
Con la fuerza del oso, sus patas le precipitaron al vacío. En su caída en picado, el viento comenzó a acariciar su corazón y la agilidad del águila le hizo retomar el vuelo. Se sentía vivo, ya era hora de dejar de luchar por los demás, si tenía que ser un canalla sería el mayor de todos. Sería más silencioso que una serpiente, más rápido que el águila, más fuerte que el oso, avanzaría con la convicción del lobo con su manada. Sería más preciso que un disparo, más efectivo que cualquier veneno, más letal que nunca. Sería el fantasma de lo que un día fue, aquel que arruinaría a aquellos que un día le arruinaron. El mundo había perdido su más fiel protector… su último guardián. El invierno había traído a una nueva bestia, una criatura que nadie podría parar.
FIN

sábado, 12 de diciembre de 2015

Garra de león



El sonido de los pájaros al revolotear le hizo volver de sus pensamientos. El viento acariciaba su cara con dulzura, el olor de la hierba se mezclaba con la brisa mañanera. Ellos esperaban, sentados, expectantes… querían seguir escuchando historias de tierras lejanas. Historias de héroes, de valientes, historias en las que por muy negro que esté todo siempre triunfa el bien.
                -Señor… -comenzó el pequeño con timidez- ¿nos podría contar una última historia?
El joven cuentacuentos sonrió, y tras mover con lentitud su dolorido y vendado cuerpo, sus ojos verdes les miraron con ternura…
                -Una historia más… déjame pensar… os he contado historias de piratas, de magia, de amor, de guerras, de amistad… puede, que nunca hubierais oído hablar de garra de león… -al ver sus caras de expectación continuó- bien, pues según cuenta la leyenda, un gran caballero se vio obligado a enfrentarse solo a cuatro grandes hechiceros que amenazaban el mundo. Solo y sin apoyos, el joven entró en batalla. Luchó con valor pero el precio de la victoria fue demasiado alto… su corazón se apagó. El hombre dejo de ser humano, no comía, no dormía, no sentía… solo era una sombra tirada en un desierto de ceniza. Dicen que durante meses ese hombre había muerto sin morir. Un día, una joven tuvo el valor de acercarse a él…
Viendo el estado de aquel joven, aun sin apenas conocerlo, la joven cargó con él hasta un cercano bosque. La situación era crítica… pero su gran corazón no podía ver a gente sufrir. Dicen que la joven hizo un pacto con  los espíritus, llamó al más fuerte de todos, durante horas, días, meses… sin separarse de aquel joven. Y un día el León respondió a su llamada.
                -Sálvale… utiliza tu poder –le pidió.
                -Los espíritus no podemos interferir en los problemas de este mundo…
                -Pues dame tu poder.
                -Sabes que solo puede ser posible si prometes algo…
                -No voy a dejar morir a una buena persona.
El león guardó silencio y la miró con ternura, ella era una entre un millón sin duda. Lentamente el león se acercó a ella y posó su cabeza en su corazón.
                -Portarás mi símbolo, protegerás al mundo de la tiranía y el dolor, amarás a los justos, perdonarás a los errados, amarás y defenderás la vida y la lealtad sobre toda las cosas. Desde hoy en este momento, vuestros dos destinos quedarán ligados para siempre. No habrá bien que no compartáis, no habrá lucha que os separe, no habrá final que pueda derrotaros. Juntos mostrareis al mundo la bondad de vuestros corazones.
Y sin previo aviso el león volvió a las estrellas. Sin dudarlo un segundo la joven corrió hacia el inerte cuerpo del caballero, y abrazándole le susurró: “Estoy aquí, a tu lado”. Sus ojos verdes volvieron a brillar, y lentamente unas finas lágrimas recorrieron su rostro. Y fue así y solo así como su amistad se volvió eterna.
Muchas son las historias sobre la joven garra de león, sobre cómo se unió a la rebelión del joven caballero, sobre cómo juntos fueron capaces de levantar el más fuerte de los gremios, sobre cómo siempre luchó según lo que le dictaba su gran corazón, sobre cómo el caballero confió en ella siempre. Dicen que es tan buena que incluso el más tirano jamás podría odiarla, dicen que es tan fuerte y valiente que incluso los más temerosos confían en ella sin dudar, dicen que es tan dulce y amable que todos la envidan, pero sobre todo dicen que es tan leal que nadie en la tierra puede separarle de su amigo, el joven caballero.

A mi mejor amiga Ainara, gracias por tu apoyo incondicional, por tu cariño, por ser tú misma, y por supuesto gracias por formar parte de mi vida. Felices 22 blanca.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

El ángel guardián(parte II): Inmortal




Sus ojos se abrieron repentinamente. Sobresaltado se levantó apartando las sabanas y una vez en pié se detuvo… estaba descalzo, pero no tenía frío. Un delicado kimono azul y negro se ajustaba a su cuerpo como si solo hubiera sido hecho para ser portado por él. A su espalda una ligera brisa acarició su piel, lentamente abrió la puerta corredera… la luz del sol le cegó por completo, pero con el tiempo sus verdes ojos no pudieron sino sorprenderse con el bello paisaje que se alzaba ante sus pies. Los rosados pétalos de los árboles al florecer danzaban con el viento formando la lluvia más hermosa que el mundo haya visto jamás, las húmedas y salvajes montañas se alzaban verdes e indomables como eternas dueñas del lugar, el sonido de los pájaros, de los cristalinos arroyos, de las risas… sus rodillas tocaron el suelo pesadamente, ¿todo había sido un mal sueño?
A su espalda unas suaves manos acariciaron su pelo, lentamente sintió como sus dulces brazos le rodeaban y poco a poco se fundían en el abrazo que tanto había ansiado. Su tacto, su olor, su suave pelo cayendo como una cascada tras él, el sonido de su respiración, el latido de su corazón… no hacía falta que se girará para saber quién era.
                -Ya era hora que despertaras… todos te esperan fuera –el sonido de su voz era inconfundible.
                -V…voy.
Intentó mirarle a los ojos, pero ya había cerrado la puerta. Lentamente caminó por la estancia, fotos de aventuras… de recuerdos, libros, armaduras, títulos, armas… todo estaba colgado en las paredes como un lejano recuerdo de un gran camino recorrido.
Lentamente corrió la puerta del patio. Allí estaban todos y cada uno de ellos, unos gritaban sonrientes mientras luchaban de forma juguetona en la verde y fresca hierba, otros reían y bebían sentados… alardeando a gritos frente a los más jóvenes de sus últimos destinos mientras estos no podían sino mirar boquiabiertos. Ella leía tranquila mientras comentaba su opinión con una de las personas en las que más confiaba… ambas tranquilas, felices. Su mirada encontró los ojos de su compañero, su hermano… quien le dedicó su habitual sonrisa irónica ¿Acaso estaba muerto y aquello era el cielo?
                -¿Cómo… puede ser?
                -Porque esto no es real… -un escalofrío recorrió su cuerpo mientras se giraba rápidamente al oír el sonido de su voz- ¿sorprendido?
                -Pero, tú…
                -Estoy muerto sí. Pero sin embargo estoy aquí frente a ti.
                -¿Significa que estoy muerto?

El duro bastón le golpeó en la cara, y reventándole el labio se deslizó hasta su tobillo, donde una seca patada hizo que su cuerpo cayera como un muñeco en el suelo.
                -¿Te parece esto qué estás muerto? –Dijo el anciano sonriéndole y ofreciéndole la mano- antes de aceptar mi mano hecha un último vistazo a lo que tu corazón más desea.
Sus ojos derramaron aquellas lágrimas que tanto habían guardado, lágrimas de rabia, de amor, de añoranza, de impotencia, lágrimas de emoción… tras unos segundos aún en el suelo le miró.
                -¿Te volveré a ver?
                -Se dice que los maestros son inmortales, que no morimos… que nada puede destruirnos pues nuestro poder forja lo más valioso de una auténtica persona… el corazón.
                -Gracias… por todo. Sin ti nunca hubiera sido quien soy. Te quiero abue…
                -Coge mi mano y demuéstrame que eres digno de nuestro poder.
El cálido y áspero tacto de sus curtidas manos fue lo último que sintió al abrir los ojos, al volver a respirar, al volver de su fin…
                -¡Lo he encontrado! –Escucho su voz a lo lejos- ¡Está aquí!
                -Creyeron… -tosió y tosió, la sangre de su boca salpicó la verde alfombra- creyeron que podrían matar a tú guardián…
CONTINUARÁ…

miércoles, 11 de noviembre de 2015

El ángel guardián



El intenso calor le irritaba los ojos, el sonido de las llamas agitándose descontroladamente, el olor a ceniza, a carne quemada. Todo estaba destruido… el castillo, el bosque, los barcos de sus compañeros y amigos, los archivos, las pruebas, todo…
Sus piernas temblaban, su cuerpo pesaba, estaba lleno de profundos cortes y moratones. Su boca le escocía, sabía a sangre… tenía el labio reventado, no se había dado cuenta hasta ese momento, sangraba sin parar por casi todo el cuerpo, era insoportable, jamás le había costado tanto mantenerse en pie.
                -Maestro… -la voz de su compañera a su espalda sonaba cansada.
                -¿Han conseguido ponerse a salvo todos?
                -Toda la centena, sí. Solo faltamos nosotros dos.
                -Ve…
                -¿Cómo?
                -Qué vayas con ellos… ponte a salvo tú también.
                -Pero van a llegar en unos minut…
                -Es una orden… -interrumpió él- lárgate ya.
                -No voy a cumplir esa or…
El viento produjo un estruendoso golpe haciéndola desaparecer, se había propuesto ninguna baja más y lo iba a cumplir. El sonido de los cascos de caballo al galopar interrumpió de nuevo el silencio de aquel escenario de muerte. Incluso él había venido portando una elegante armadura negra, el señor de esas tierras…
                -Pero mírate… -miedo, confusión, sincera pena eso mostraba el sonido de sus palabras- apenas te puedes mantener en pie. ¿Qué te han hecho?
                -A mí nada… no se recuperarán nunca de esto lo sabes, ¿verdad?
                -Aunque un día fuéramos enemigos, yo jamás habría querido esto…
                -Lo se… vete tranquilo y sigue gobernando como tú corazón mejor te dicte.
                -Puede que nuestra forma de ver el mundo sea distinta, incluso en ocasiones contraria, pero… te deseo la mejor de las suertes.
Y se fue, dejando que el sonido de las llamas extendiéndose volviera a ocupar su corazón. Hacía trece años que había entrado como aprendiz allí… solo tenía once años, no era el más fuerte, tampoco el más inteligente, pero aprendió de los mejores maestros posibles. Cada viaje, cada aventura le ayudaron a llegar a convertirse en una joven promesa, un heredero… y con él tiempo llegó la primera guerra. Recordaba que sus maestros le habían prohibido tomar partido, era demasiado joven, perdieron… y todo empezó a derrumbarse, ciudades enteras quedaron arrasadas y ellos, el mayor foco de fuerza libre quedó casi devastado. Los pocos maestros supervivientes decidieron desistir, vivir una vida tranquila y lejana, no volvieron jamás… y él resurgió de sus cenizas, el más joven de los maestros, un joven pirata que se enfrentó al mundo solo. La segunda guerra tardó años, supuso muchos sacrificios y lágrimas pero consiguió la mayor victoria jamás vista en la historia. Él levantó de nuevo un lugar libre de control, de adoctrinamiento, una ciudad dónde un gremio libre era capaz de crecer a través del amor, la lealtad, y la libertad. Durante seis años había sido el maestro de aquel lugar, el heredero de la causa…
                -Hola joven maestro… -la anciana mujer se plantó frente a él.
                -Lo has logrado… felicidades. Todos mis apoyos, mis contactos, todo el trabajo de tantos años… todo.
                -No es culpa tuya, era cuestión de tiempo…
                -Jamás me arrodillaré ante nadie que no lo merezca.
                -Qué impertinente, -le espetó con asco- eres un iluso, y por eso vas a morir.
    -No, iluso no… sois vosotros los que no entendéis la naturaleza de nuestra labor, el fin de nuestro esfuerzo. Pase lo que pase aquí y ahora, el único guardián que hay aquí soy yo… aunque en el fondo estoy seguro que ya los sab…
El frio y doloroso contacto de la espada atravesándole el corazón le hizo escupir sangre… el afilado puñal se clavó en su cuello como una aguja. Le temblaban las piernas, su cuerpo le pesaba, las lágrimas de su rostro solo mostraban una minúscula parte de la angustia que sentía. Ella se alejó lentamente, no sin antes girarse para lanzarle un último mensaje en una flecha. Cuando su hombro recibió el afilado golpe, arrancó el pequeño papiro y leyó: “Muere como lo que siempre pretendiste pero nunca conseguiste ser”.
Y al fin, cuando todo hubo terminado todo su cuerpo calló inerte en el suelo. Había sido él el heredero de la causa y solo él sería quien la disolvería.
Habían buscado durante horas, entre todos habían conseguido apagar las llamas, pero todo estaba destruido… no había forma de reconstruirlo. Ella miraba aterrorizada a todos lados, ¿ya está? ¿Todo acababa así? Y entonces vio su cuerpo… tirado en lo poco que quedaba de verde hierba.
                -¡Lo he encontrado! –Gritó mientras bajaba corriendo la ladera- ¡Está aquí!
¿Estaría...? No… en sus viajes había aprendido a apartar esos pensamientos, era el momento de actuar, no de tener miedo. Su mano le dio la vuelta y sus ojos encontraron su verde mirada. Apenas estaba consciente pero compuso una sonrisa.
                -Creyeron… -tosió y tosió, la sangre de su boca salpicó la verde alfombra- creyeron que podrían matar a tú guardián…