domingo, 13 de enero de 2013

Entre un mar de dudas.



El barco avanzaba suavemente. El mar, tranquilo, ofrecía su mejor faceta, como si de un amigo se tratase. La tripulación llevaba ya dos jornadas enteras navegando, sin parar en ningún puerto, avanzando lentamente, en la misma dirección. Su capitán sabía que tarde o temprano tendrían que parar, pues la despensa se estaba vaciando a una velocidad asombrosa. Pero no quería desembarcar en territorio del gobierno central, no regalaría el pellejo de su tripulación, a ningún alto cargo sediento de poder y reconocimientos. Además uno de sus segundos de a bordo todavía no había vuelto, y comenzaba a preocuparse, ¿Le habría pasado algo? ¿Les querría abandonar? Las dudas cada vez ganaban más terreno en su mente. 




Y bien sabía el capitán, que con todo esto el gobierno central se había empeñado en encontrarle, no les daría ese placer. Él solo encontraría el barco en forma de isla, y se presentaría donde lo reclamaban. Así les demostraría a esos engreídos que no le harían hincar la rodilla, por muchos reconocimientos que tengan. ¿Qué deparará los próximos días? No lo sabía, pero una cosa estaba clara, él podría sentirse orgulloso de estar haciendo lo que cree correcto.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario