domingo, 24 de febrero de 2013

Arrugas de éxito.



La isla era increíblemente atractiva. Sus habitantes reían, gritaban, y corrían, por los mercados del puerto. Felices, sin que nadie les dijera que no podían ganarse la vida allí. Todos y cada uno de ellos vivían como querían y como mejor sabían. El capitán que esta vez dejaba su rostro al descubierto, aunque sí que vestía la habitual túnica de guerra blanca, se dirigió con paso firme a la casa más grande de la isla. “Casa grande, supone que su dueño ha tenido éxito” Pensaba una vez y tras otra el capitán, y aunque eso no era cierto de las aguas de las que venían, ahora estaban en las islas libres. 

La casa no tenía puerta, solo una pequeña cortina con colores chillones. El capitán entro sin dudarlo, en su interior un anciano conversaba con sus guardias personales. Al verlo, le sonrió, y se acercó:
                -¿Pero qué tenemos aquí? Un capitán nuevo en la ciudad. Antes de que preguntes, lo sé por tu indumentaria. ¿Qué le trae por aquí, armas, o quizá hombres?
                -Consejo – Dijo el capitán mirándole a los ojos. – Necesito saber sobrevivir en estas aguas.
                -JAJAJA. ¡Vaya muchacho, sí que me has sorprendido! Un capitán que no se cree el dueño del mundo… me gusta. ¿Y para qué necesitas sobrevivir aquí, por favor?
                -Para navegar por donde yo decida, y con quien yo decida sin que nadie se atreva a ponerse delante y así para asegurar el bien de mi tripulación.
                -Bueno chico, te advierto que no va a ser fácil.
                -No necesito que sea fácil, solo necesito conseguirlo.
                -Pues más te vale tener paciencia, porque un cascarrabias como yo, navegará contigo día y noche.
                -¿Y su casa? ¿Sus hombres? – Preguntó el capitán algo asustado.
                -Tranquilo, estarán bien. Quedan en buenas manos.
“Es increíble, ha conseguido la seguridad que yo ando buscando” pensó el capitán mientras subían al barco de nuevo “Debo aprender todo lo que pueda de él”.
                -¿Preparado para la aventura, capitán? – Preguntó el anciano con una sonrisa.

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