miércoles, 27 de febrero de 2013

Lógica no tan matemática



El viento azotaba una y otra vez el embravecido mar. Las olas hacían subir el barco una y otra vez, al mismo tiempo que se estrellaban contra el casco una y otra vez.
Toda la tripulación trabajaba duro, sin descansar un segundo. Todos sabían que cualquier parada, podía significar hundirse en aquel extraño mar. Su capitán, llevaba una hora dando órdenes e instrucciones, pero la tormenta no parecía dispuesta a dar una salida. Y el anciano, no hacía más que repetir lo mismo al capitán “olvida lo que sabes”, “OLVIDALO, NO UTILICES LA LÓGICA EN ESTAS AGUAS”, “Olvida lo que sabes”, “TUS CONOCIMIENTOS AQUÍ NO SIRVEN”.
El capitán no pudo aguantar más, y la rabia se apoderó de él, “¿Quiere cosas ilógicas? Pues la va a tener”. Nadie logró a percatarse de lo que pensaba el capitán, hasta que saltó por la borda. Ni siquiera él sabía por qué lo hacía, solo dejó que su cuerpo actuara sin más. La verdad que en la caída se sintió un estúpido.
El agua estaba helada, su túnica le pesaba, y entonces  allí abajo vio el camino.
Cuando sus pies pisaron la cubierta, el anciano le sonrió:
                -¿Lo has visto?
                -Sí, viejo loco, podías habérmelo explicado…
                -Puede, pero ¿Es acaso mejor una explicación que una experiencia?
                -¡¡DIRECCIÓN NORTE!! – Ordenó el capitán sin contestar la pregunta, pues en su mente sabía ya sabía la respuesta.
Era evidente que a la tripulación no le parecía cuerdo ir directos hacía una ola de más de 30 metros, pero aun con preocupación en sus rostros obedecieron.
La ola se fue acercando, pero el barco siguió mantuvo la dirección. Su altura, erizó los pelos del capitán, pero antes de que esta pudiera golpear el barco, la corriente lo impulsó a su interior. Al salir del interior de la ola, toda la tripulación pudo ver un rayo de sol, el rayo de la solución.

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