La isla aparentemente desierta, les proporciono el lugar
adecuado para poder anclar el barco. Un barco vigilado ahora por unos pocos. “Pues
¿A dónde se dirigiría el resto de la tripulación y el capitán?” se preguntaban
una y otra vez los guardianes del barco. Tras recibir las instrucciones, todos
con sus túnicas de capucha blanca, se adentraron en la espesura del bosque.
…
A unos cuantos kilómetros, la compañía avanzaba rápidamente,
saltando de piedra en piedra, y de árbol en árbol, encabezados por su capitán,
sin detenerse, y en silencio. Llevaban dos horas avanzando, y apenas
encontraron resistencia, y por fin se podía ver en la lejanía la pequeña casa
de madera.
Cuando llegaron allí, solo el capitán y sus oficiales
entraron. La casa era más bien sencilla, con una mesa y un par de sillas. En la
mesa un par de huesos, y en una de las
sillas, un hombre con barba poblada les
fulminó a los tres con la mirada, soltando un leve gruñido.
-¡¡Te
has convertido en un maleducado!! ¿Qué es eso de recibir a las visitas con
gruñidos? – Comentó el capitán con una sonrisa.
-¿Por
qué has vuelto a por mí? – Su voz sonó tan gastada y grave, que los pelos del
capitán se erizaron. - Os dije que no quería ver como el barco se hundía.
-¡¡El
barco sigue en pie, y mejorado!! – Comentó una de las oficiales antes de que el
capitán abriera la boca.
-No
puede ser, la capitana casi lo había destrozado. – Comentó el hombre con ojos
humedecidos.
-Nuestra
queridísima capitana hace mucho que decidió… Digamos “Ahuecar el ala”, ahora yo
estoy al mando, y nos dirigimos a las ciudades libres. ¿Te apuntas? –Comentó el
capitán con una sonrisa.
-¡¡Más
vale que me des una buena explicación a bordo, y una túnica de esas con capucha,
y materiales para revisar lo que vosotros llamáis reparaciones!! – Comentó el
hombre dando un salto para ponerse en pie.- Ah, y necesito un afeitado.
-¡¡Pues
vamos entonces!! – Dijo el capitán ante sus dos incrédulas oficiales. – La tripulación
se alegrará mucho de verte, cuando se den cuenta de quién eres.
“Puede que mi decisión les parezca precipitada, pero sé que
ahora no nos abandonará” Pensó el capitán mientras la tripulación conocía a su
nuevo camarada, o quizá no tan nuevo.
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