lunes, 11 de febrero de 2013

Cambios de rumbo.



La tranquilidad reinaba en el barco con mascarón de lobo. Hacía un par de horas que se habían marchado, todos y cada uno de los barcos aliados. Todos menos uno, el cual los seguía en la lejanía. El capitán con su habitual capucha blanca, cubría el turno de guardia, apoyado en la madera de babor, en silencio, mirando al horizonte con una sonrisa. Con la vista fija en una isla que se movía lentamente, acariciando el agua, y fundiéndose con la nieve que ahora caía sobre ella.

Sus aliados, ya en camino de la siguiente misión, le hicieron ver el camino correcto. Puede que lo hicieran de forma inconsciente, pero eso es lo que les hace tan especiales.  Cada uno de los capitanes,  felicitaron su trabajo con el viejo barco, y a modo de agradecimiento ayudaron a mejorar aún más el barco, mejorando su velocidad y su resistencia. Ahora él y su tripulación podrían navegar durante más tiempo.
Tras una última mirada a la isla móvil, el capitán se dirigió hacía el navegante. Este le dedico una sonrisa. La sonrisa que le dedicaba ahora toda la tripulación. Le miraban con admiración, pero el capitán seguía sin entender porque, solo había invitado a un par de aliados a compartir un par de días. Sin dar a conocer sus pensamientos, solo dijo:
                -Cambio de rumbo, zarpamos en dirección a las islas libres.
Había meditado, aquella decisión demasiado. No consentiría, que su tripulación complete su entrenamiento con un capitán que se conforma con los restos de una guerra anterior. Era la hora de hacer las cosas a su manera. Ya no más altos mandos, ni protocolos, su viejo barco está hecho para navegar sobre el mar azul, no para pudrirse en un dique.

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