Su capucha blanca le tapaba su rostro de preocupación. “No
era justo, se lo había ganado después de tanto esfuerzo. Le había pedido ayuda
a él, y no le dio grandes soluciones, él, que siempre le había protegido, con una sonrisa. La última
vez que estuvo a su lado, estaba destrozado, y lo dejo en manos de su anterior
tripulación. Sabía que ellos lo cuidarían hasta que estuviera preparado. Ni siquiera se acordó de preguntar por él. Pero
ya era hora de dejar de pensar en el pasado, había que mirar al presente. Y el
presente era una fortaleza del gobierno central entera, y su espada. Tenía que
conseguirlo”.
En ese momento ambas puertas de madera se abrieron, del
interior de la fortaleza aparentemente desierta, un hombre con una armadura de
guerra de capucha blanca salió andando. La capucha tapaba sus ojos, y solo
dejaba al descubierto una barba descuidada. En su mano derecha, una espada
chorreante de sangre, y su brazo izquierdo estaba ensangrentado, pero a pesar
de eso caminaba con una seguridad envidiable.
No lo reconoció hasta que se quitó su capucha y pudo ver sus
ojos verdes. “ES ÉL” se sorprendió.
-Aquí
tienes el papel que buscabas. Bienvenida a mi mundo, capitana. – dijo él con
una sonrisa entregándole el papel del gobierno.
-¿Por qué?
-Porque
te lo había prometido camarada. – Dijo él, comenzando a alejarse. – Siempre
tendrás un hueco en mi nuevo barco, y estaremos encantados de tenerte a bordo,
ya lo sabes. Ahora solo tienes que decidir con quién quieres empezar tu
aventura.
Y sin decir más palabra, el capitán desapareció de entre las
calles de la gran ciudad. ¿A navegar? ¿A entrenar? ¿A buscar venganza? ¿O quizás
algún tipo de conspiración? Muchos rumores serán los que aparecerán días
después de esta pequeña aventura, pero en realidad, él jamás se esconde, y siempre
está disponible para quien realmente lo merezca. Simplemente seguirá su camino,
deseando encontrar algo que solo él puede descubrir.
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