Allí estaba el primer día. A pesar de todo lo sufrido… todo
lo ocurrido, y en ese momento se dirigía
al punto fijado. Para que negarlo, estaba acojonado. Sus piernas le temblaban,
sudores fríos, respiración entrecortada, y un largo etcétera, caudado por la
emoción. Su paso se detuvo de manera cortante al oír su nombre. Sus ojos verdes
pudieron verlos, y sin dudarlo un solo segundo fue a darles su bienvenida.
Al día siguiente, mientras su tripulación trabajaba en una
nueva oportunidad de navegar, su presencia sorprendió a toda su antigua y
futura tripulación. La sorpresa había funcionado, y ahora todos ellos reían
juntos. Y eso fue la nota dominante en su definitiva y orgullosa decisión. La
nueva oportunidad se llamaría “Tres alas”,
le pesará a quien le pesara.
Esa misma noche, el festín se convirtió en un puré de risas,
recuerdos, reencuentros, y lo mejor de todo de un sueño compartido. Y en ese
momento lo sintió por primera vez, le miraban, le escuchaban, le querían. “Imaginaciones
tuyas” pensó. Pues todavía tenía una espina clavada, una espina de la que no
tenía noticias hacía varias semanas y que no había vuelto. Pero a pesar de todo
mostraba una sonrisa sincera, una que hacía meses había perdido.
Cuando el sol le devolvió a sus obligaciones, no dudo ni un
segundo en apartarlas cuanto antes, “No hay nada más importante que ellos” pensó
como siempre fiel a su aprendizaje. Así que tras mucha paciencia y trabajo,
pudo volver a centrarse en su nueva oportunidad, en su sueño.
Pasaron las horas en un segundo festín nocturno, y otra
sorpresa llegó ante él. Uno de los renegados (antiguo y añorado compañero) hizo
acto de presencia. Al verle, le abrazó como antiguamente, como si de un hermano
se tratase. Y tras unirse a la ya gran comunidad, retornaron más recuerdos del
pasado, que hicieron saltar risas y lágrimas de muchos. Puede que fuera la
emoción del momento, pero en ese preciso instante, percibió de él, una de forma
muy particular de pedir su presencia cerca. ¿Una nueva unión? “¿La nueva oportunidad podría sacar a flote a
tantas personas?” Pensó. Y por fin lo vio por segunda vez. Le miraban, le
escuchaban, le sonreían.
La despedida, como siempre se hizo inevitable, pero en su
interior algo era diferente. Cuando comenzó a navegar se quedó solo, su
fortaleza volvió a unir algo que se daba por roto, y ahora que se levantaba una
vez más de un gran golpe, todos esperaban algo de él ¿Pero que podía hacer él? Lo
había aprendido todo de ellos y junto a ellos. Cualquiera podría hacerlo mejor
que él. Algunos le llaman rey en el norte, ¿Por qué ese ímpetu en un título que
no quería? Otros simplemente le seguían por confianza ¿Qué les hace confiar en
él?
Cuando después de tres días pudo encontrar un momento para reflexionar, miró a su
pequeño cofre. Y allí encontró lo que buscaba. Una preciosa indumentaria con capucha
blanca, sin nada de su pasado, sin un diseño global. Solo con un nuevo símbolo,
su símbolo.
Al colocarse la capucha lo sintió: “Esto es lo que se hacer,
lo que quiero ser, no quiero coronas, ni reconocimientos, ni puestos vacíos,
uno es lo que uno se gana”.
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