La ráfaga de viento azotó las puertas del fuerte. Los guardias sorprendidos observaron entre confusión y temor la figura que acababa de aparecer ante ellos. Un extraño hombre de armadura y capucha blanca, se hallaba frente a ellos con la espada desenfundada. Sus compañeros no lo dudaron… se lanzaron contra él. Con una rapidez impresionante, el hombre arremetió un profundo corte contra el aire, y una ráfaga de viento huracanado despejó el camino de soldados. Sin ni siquiera mirarlo, el hombre se adentró en la fortaleza.
No corría, no se apresuraba, solo caminaba lentamente
abriendo cada una de las defensas con fuertes golpes de viento, los guardias se
apartaron temerosos bajando sus miradas… nadie quería mirar bajo su capucha
blanca. Y por fin apareció él, su mejor soldado… piel blanca, sin pelaje, ojos
rasgados, y lengua y colmillos afilados… la tentación.
-Bien
hecho capitán, has llegado muy lejos, coge mi pistola, y acaba con esto… será
más fácil matarlo desde lejos, sin que se dé cuenta.
Sus ojos emitieron un pequeño resplandor verde, y su cuerpo
quedó rodeado de unas extrañas llamas color esmeralda. La fuerza de su puño
ardiente elevó unos metros el cuerpo del soldado traidor.
-No
cogeré nada tuyo… -dijo antes de continuar internándose en la fortaleza,
dejando su inerte cuerpo en el suelo.
Continuó su camino hacia la torre más alta, y abriendo la
puerta de una patada, allí lo encontró, barba blanca, ojos azules llenos de
odio, y una sonrisa nada agradable en el rostro.
-¿Así
que el capitán se cree capaz de vencer al propio tiempo? –Masculló el mago-
Bien pu…
Una llama de fuego esmeralda golpeó su pecho antes de que
pudiera acabar haciéndole retroceder, el capitán habló, y el viento siguió a la
llama precipitando su cuerpo torre abajo. El cuerpo del anciano mago calló al
suelo, pero contradiciendo toda ley mortal, lentamente se levantó, y miró las
oscuras nubes que les tapaban.
Sin dudarlo el capitán se tiró al vacío… antes de recibir el
golpe del trueno, pudo ver al anciano invocar ese terrible poder. Su cuerpo
quedó inmóvil en el suelo, desprendiendo humo negro.
-¡¡MIRAD
ILUSOS QUE LES PASA AQUELLOS QUE SE VUELVEN ENCONTRA DE LOS DESIGNIOS DEL
TIEMPO!! –Exclamó el anciano con una sonora carcajada.
Sus ojos se abrieron, sus piernas le levantaron, y tras
volver a cubrir su rostro bajo su capucha blanca, miró al atónito anciano.
-¡¡No
puedes…!! ¡¡Tú eres un simple mortal!! ¡¡Tu corazón te duele… lo se… lo estoy
sintiendo… te arde!!
Su espada ardía entre llamas verdes, su cuerpo emitía
fuertes vientos, y en sus ojos había algo nuevo…
La espada atravesó su corazón y prendió su cuerpo entre
llamas esmeraldas, su puño elevó su cuerpo con la fuerza del viento, y desde el
suelo sus manos abiertas emitieron el último golpe… el trueno. El cuerpo del
mago elemental estalló convirtiéndose de nuevo en la arena que un día
seguramente, un pequeño reloj había alojado.
Sus rodillas tocaron pesadamente el suelo, el corazón le
ardía, era insoportable, de su boca salió un sangriento tosido. “Felicidades
has ganado al tiempo, pero aun te necesitan…” dijo una voz traída por el
viento. Su cuerpo volvió a levantarse, y un guardia de la fortaleza salió a su
encuentro.
-Vamos
capitán, le llevaré con su tripulación para que puedan curar sus heridas.
Y fue así y solo así como el tiempo perdió la batalla contra
un corazón mortal.
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