sábado, 24 de mayo de 2014

Las verdes plumas del fénix

La pequeña taberna estaba abarrotada en el pueblo pesquero. Era habitual desde hacía unos meses, encontrar a todos los piratas más buscados, reclutando tripulación, comprando víveres, o simplemente tomando un trago. Cuando el barco le dejó en el puerto, pudo oír a lo lejos al capitán.
                -Suerte con su empresa, señor mago.
Bajo su negra capucha el joven compuso una mueca de desprecio. Cómo odiaba a los piratas, robaban, y saqueaban, eran arrogantes  y confiados. Había tenido que eliminar a media tripulación del barco ya a su espalda… se habían atrevido a asustar a un pueblo cercano a los dominios de la familia, y a retar a todo aquel hombre que se les cruzara. Cuando abrasó a vivos a diez de sus integrantes, el capitán se arrodilló, pidiendo clemencia, no tenían honor ni para morir.
Sus pasos llegaron a la ruidosa taberna. Su mirada de despreció  atrajo la atención de un corsario borracho.
                -¡Eh tú! –Gritaba- ¿Tienes algún problema con mi cara? Porque si es…
Sus manos actuaron con rapidez, y empotrando el cuerpo de ese infeliz contra la pared de espaldas, lentamente le susurró.
                -¿Dónde se esconde el viento escoria?
El corsario consiguió zafarse, y trastabillando con nerviosismo, solo señaló al norte y se fue con una expresión de dolor y miedo en rostro.
Justo en el momento en el que sus pasos se adentraban en el bosque, lo vio. Bajo su armadura de capucha blanca, la espada de su maestro, y los símbolos de su estúpida tripulación, allí lo pudo ver, el capitán que más odiaba y odiará en toda la tierra.
                -¿Qué haces que no estás con ella? –preguntó el capitán directamente.
                -Vengo a traerte una noticia… su cuerpo necesita curarse ya… no hay más tiempo…
                -Hago lo que puedo mago.
                -¿Y tú te haces llamar hombre? En cuanto nos dio la noticia, te fuiste y no volviste…
                -No entiendes nada… -contestó el capitán devolviendo la mirada de forma furtiva- y seguirás sin entenderlo. Me trae sin cuidado tus tonterías, ahora estarás con ella, esperando, apoyándola, tranquilizándola, estarás luchando a su lado. Te guste o no…
                -¡¡Crees que aceptaré órdenes de un pirata que ni siquiera es digno de su poder!!
Los ojos del capitán brillaron, y su cuerpo quedo rodeado de unas intensas llamas verdes… el color de sus ojos… el color de su alma.

                -Harás lo que te digo… debes comportarte como un hombre, y si para ello debo mostrarte mi indigno poder, puedes estar seguro que no dudaré en mostrártelo.
El mago del fuego retrocedió asustado. La herida de su cara aún no se había curado del todo, y no tenía ninguna gana de remarcarla.
                -Tus llamas… no son azules… el poder del maestro…
                -Sigues sin entenderlo… yo no quería el poder del maestro, solo impedí que no lo utilizaras para fines injustificados, para demostrarte no existe un poder definitivo, o mejor que los demás. No hay poderes de niveles inferiores, cualquier humano podría derrotar al más temible de los adversarios si tiene clara una cosa, que el poder de un hombre no reside en su capacidad destructiva, sino en la grandeza de su corazón y la fuerza de sus sentimientos. Por eso, y solo por eso mi querido hermano, mis llamas son verdes, porque lo que tengo dentro del pecho no es el corazón de mi maestro, sino que el mío propio.
                -Por eso mis llamas no pudieron contra tu viento…
El capitán sonrió, estaba comenzando a comprenderlo al fin. ¿Sería este el comienzo del nacimiento de un auténtico hombre?
                -Vuelve… te estará esperando…
                -Solo dime… ¿a quién estás intentando cazar con tanta rabia?
                -Al responsable de todo… estoy intentando atrapar al tiempo…

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