Un latido… dos latidos… tres latidos… cuatro, cinco, seis…
su mano apretando el pecho, ¿Qué estaba pasando? Cada vez iban más y más
rápido. Hacía calor, había mucha gente, quería salir, no quería estar allí. Su
respiración… era cada vez más entrecortada… le estaba costando respirar… ¿Qué
era aquello?
Sentía frio… el frio látigo del miedo. Aquello era
totalmente desconocido, y no le gustaba… le agobiaba, le oprimía. Sus pasos le
llevaron al exterior, hacía calor… demasiado calor… no aguantaba allí.
Caminó con la mano en el pecho, y al fin logró llegar al
inmenso parque. No sabía por qué se había dirigido allí, pero en su interior sabía que estaba en el
lugar adecuado. Caminó en silencio, sin
apresurarse… todos los recuerdos sobre aquel lugar afloraron a medida que
caminaba, había rozado la felicidad en aquel lugar.
Lentamente se sentó bajo la sombra de un árbol… ¿Qué le
había pasado? ¿Qué había sido eso? Tenía miedo… cerró los ojos, y comenzó a
sentir… el viento, los niños riendo y jugando, los pájaros… no podía volver a
repetirse nada de aquello, no lo permitiría.
Suspiró… abrió los ojos… y tras recostarse en la hierba durante unos largos minutos, se
levantó orgulloso. Aunque el frio muro de su interior se completaba, el nudo
que tanto le oprimía había desaparecido por unos minutos. Era inevitable… su
propia naturaleza al fin había surgido, haciéndole elegir esa opción que le
hacía ser él mismo, pasara lo que pasara.
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