El sonido del disparo rompió el silencio del camino,
provocando el irritante aleteo de los pájaros al salir de los árboles
asustados. El cuerpo sin vida del hombre cayó provocando un sordo golpe. El
anciano, observaba el cadáver en silencio… aun con la pistola en la mano.
Sus pies no se detuvieron, sus ojos no se apartaron, siguió
avanzando hacia ellos, sin miedo, no tenía ya nada que por lo que ganar, no le
daba miedo.
-Tú…
-dijo la melodiosa voz del anciano cuando pasaba por encima del cadáver.
Sus ojos verdes le observaron de arriba abajo, sonreía… como
un niño inocente, con una sonrisa demasiado tierna. Su atuendo era simple, pero
llevaba grandes abalorios, y joyas. Anillos, collares, símbolos, todo de
brillante oro y plata.
-Qué…
-respondió él.
-¿Porque
luchas? ¿Cuál es tu papel en este nuevo mundo?
-Yo ya
no lucho… no existe un nuevo mundo anciano, solo las ruinas de lo que los
propios humanos han podido tener y no han sabido mantener.
-Pues
entonces… ¿cuál es tu destino si no tienes un papel? ¿Hacia dónde viajas?
-Al
norte…
-¿Por qué?
¿O es que acaso algo te ha llamado a ir allí?
-No…
solo camino hacia el norte… no hay destino claro, no hay pensamientos, solo
camino.
-Entonces
dime… ¿Qué fue de tus principios?
-Los principios
solo me han traído desgracia…
-Entonces…
-lentamente el anciano le apuntó con la pistola- yo acortaré tu vida, pues no
eres necesario…
El sonido del disparo rompió el silencio del camino. El cuerpo sin vida del anciano cayó hacia atrás,
mientras un hilo de sangre salía de su frente. Sus vacíos ojos verdes, le miraron
sin mostrar expresión alguna.
-No
eres quién para decidir sobre mí.
Su primera bala se la dedicó a los principios…
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