sábado, 27 de septiembre de 2014

Fría bala



El sonido del disparo rompió el silencio del camino, provocando el irritante aleteo de los pájaros al salir de los árboles asustados. El cuerpo sin vida del hombre cayó provocando un sordo golpe. El anciano, observaba el cadáver en silencio…  aun con la pistola en la mano.
Sus pies no se detuvieron, sus ojos no se apartaron, siguió avanzando hacia ellos, sin miedo, no tenía ya nada que por lo que ganar, no le daba miedo.
                -Tú… -dijo la melodiosa voz del anciano cuando pasaba por encima del cadáver.
Sus ojos verdes le observaron de arriba abajo, sonreía… como un niño inocente, con una sonrisa demasiado tierna. Su atuendo era simple, pero llevaba grandes abalorios, y joyas. Anillos, collares, símbolos, todo de brillante oro y plata.
                -Qué… -respondió él.
                -¿Porque luchas? ¿Cuál es tu papel en este nuevo mundo?
                -Yo ya no lucho… no existe un nuevo mundo anciano, solo las ruinas de lo que los propios humanos han podido tener y no han sabido mantener.
                -Pues entonces… ¿cuál es tu destino si no tienes un papel? ¿Hacia dónde viajas?
                -Al norte…
                -¿Por qué? ¿O es que acaso algo te ha llamado a ir allí?
                -No… solo camino hacia el norte… no hay destino claro, no hay pensamientos, solo camino.
                -Entonces dime… ¿Qué fue de tus principios?
                -Los principios solo me han traído desgracia…
                -Entonces… -lentamente el anciano le apuntó con la pistola- yo acortaré tu vida, pues no eres necesario…
El sonido del disparo rompió el silencio del camino. El  cuerpo sin vida del anciano cayó hacia atrás, mientras un hilo de sangre salía de su frente. Sus vacíos ojos verdes, le miraron sin mostrar expresión alguna.
                -No eres quién para decidir sobre mí.
Su primera bala se la dedicó a los principios…

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