Sus ojos verdes observaban cada detalle, cada matiz, cada
movimiento de aquella playa. Sus pies le habían llevado allí, no sabía si para
ocultarse, reflexionar, o para gritar sin que nadie lo escuchara. Pero la
verdad ya estaba harto, llevaba días intentando eliminar aquel nudo en su
interior, pero… cada vez que lo intentaba, una muralla de hielo se forjaba más alta
y fuerte en lo más hondo de si mismo.
Sus rodillas cayeron pesadamente en la arena… el viento
trajo el sonido de esa melodía que siempre quiso bailar y que nunca le dieron
oportunidad, cerró los ojos y el mundo dejó de existir a su alrededor. Solo él
y la melodía, y todo comenzó en su interior de nuevo… oscuridad, desazón,
pérdida, y entre todo aquello unos ojos azules color esperanza.
La melodía seguía sonando… y recordó el inició de la
enfermedad, el precio de la ignorancia, el cansancio de tantos años de lucha, y
por último recordó la pérdida de su única esperanza… de su razón para sonreír…
eso fue lo peor, la pérdida de su sonrisa.
La melodía seguía sonando… pensó en la justicia… qué iluso
había sido, no había justicia para gente como él, estaba claro…
La melodía seguía sonando… abrió los ojos, y aun sin poder
aliviar ese nudo, miró hacia su mano. El oscuro y pesado revolver seguía en su
posesión… podía comenzar a apuntar y disparar, o dejarlo allí enterrado en la
arena.
El sonido del mar fue venciendo al final de aquella melodía
que tanto ansiaba bailar. Y sin una decisión todavía se levantó, consciente de
que ese muro de hielo de su interior era ya prácticamente indestructible.
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